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Fundación

 

Con motivo del Año Santo Xacobeo, en 2021-2022, se decide realizar un proyecto muy ambicioso, como es la recreación de la mayor parte del trayecto que realizaron los restos del Apóstol Santiago desde Palestina hasta Santiago de Compostela.  

Para ello, se crea la Fundación Traslatio, que tomará, desde ahora, el compromiso de llevar la iniciativa a una nueva dimensión, con la intención de organizar, cada Año Santo Xacobeo, o cuando los patronos estimen oportuno, una ruta marítima internacional por el mar Mediterráneo y océano Atlántico hasta Vigo reproduciendo la Traslatio.

 
 

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ESTATUTOS

 


La leyenda

Cuando traían a Galicia el Cuerpo del Apóstol Santiago “…pasado Portugal, ya en las costas de Galicia, en un lugar llamado Bouzas que está enfrente de las Islas de Baiona se celebraba una boda entre una hermosa dama y un gentilhombre. Jóvenes y de muy importantes y señaladas familias.

La familia del novio procedía de Amaia, en el Reino de Galicia. Era hijo de la Reina Claudia Lupa, hija de Cayo Julio César y de su primera mujer Cornelia a la cual dejó en España en su segunda venida.

Su padre era Lobo Lobesio, Señor del castillo Lupario junto a Padrón, y al cual el Emperador Augusto hizo Régulo de Galicia.

El hijo de ambos Lobesio Rivano estaba celebrando sus bodas con Caya Valeria, hija de Caya Lobia y de Puctonio Marcelo en el hermoso lugar llamado Bouzas, situado en mitad de la Ría de Vigo, justo enfrente de las Islas Baiona, que fue el lugar elegido para celebrar la boda.

Uno de los entretenimientos de la boda, además de música, danzas y justas era competir a diversos juegos como “ abofardar”, juego en el que los señores, montados a caballo, lanzaban al aire sus cañas, bofardas o lanzas, teniendo que recogerlas al galope de sus caballos antes de que cayesen al suelo.

Cuando llegó el turno del novio, éste lanzó su bofarda y, mientras esperaba su caída, observó cómo el viento desviaba  súbitamente su trayectoria dirigiéndola hacia la Ría. El Caballero azuzó su caballo para no perder la lanza en el mar y, en su desesperado intento, lo que consiguió finalmente fue hundirse en el agua con su caballo y desaparecer.

A medida que el tiempo transcurría y la desesperación de todos aumentaba, vieron acercarse una barca luminosa que se dirigía hacia el punto donde había desaparecido el novio y su caballo.

Cuando ya todos lo daban por muerto, ¡ sucedió el gran milagro !. Al paso de la barca luminosa, el Caballero emergió milagrosamente de las aguas con sus ropas y caballo cubiertos de Conchas de Vieira.

Atónito y confundido por los hechos ocurridos, el Caballero dirigió su mirada hacia los tripulantes de la nave quienes, emocionados, alzaron sus ojos al cielo exclamando:

“-Verdaderamente quiere Jesucristo manifestar su poder delante de ti y de aquellos que están en esta tierra, para bien y honra de éste, su vasallo, que llevamos en esta nave para darle cristiano enterramiento. Nuestro señor Jesucristo quiso mostrar a través de ti, a los presentes y a los futuros, que quien a éste su vasallo quieran amar y servir, deberán visitarlo allí donde fuese enterrado llevando conchas como esas de las que tú estás cubierto, como sello de privilegio. Él, a cambio, les ofrecerá que el Día del Juicio Final sean reconocidos por Dios como vasallos suyos, y por la honra que le hicieron a su vasallo y amigo Santiago al visitarlo y reverenciarlo, los resucitará en su Santa Gloria y Paraíso”.

Después de escuchar a los discípulos, el Caballero pidió que lo bautizasen y regresó a la playa donde se reunió con su novia y les contó a los presentes lo ocurrido.

Se había Instituido la Viera como símbolo del Peregrino.